domingo, 24 de abril de 2016

Una TV Pública Argentina que se renueva. Nuevas propuestas y personajes para una programación que se actualiza casi completamente


Por Javier Bruggia.


Además del cambio de nombre, la ahora Tv Pública Argentina estrenará nuevas caras y formatos. El medio público contará con la participación de personajes como Julián Weich, Gonzalo Bonadeo, Mora Godoy, Karina Mazzocco, Clemente Cancela y Gastón Recondo, entre otros.

El noticiero del canal, renombrado Tv Pública Noticias, tendrá cuatro ediciones durante el día, además de flashes informativos durante la jornada. Será conducido por Karin Cohen, Maby Wells y Gustavo Sierra, y la emisión Central estará a cargo de Mariel Fitz-Patrick, Daniel López y Román Iucht. La edición internacional se va a mantener los días sábados, con la conducción de Jorge Elías e Hinde Pomeraniec.

Por las mañanas se verá Pura Vida, cada día, un programa de interés general conducido por Karina Mazzoco y Adrián Cormillot, y por la tarde Tomate la tarde, a cargo de Gastón Recondo y Juliana Gattas.Desordenados, el programa de entretenimientos, será conducido por Clemente Cancela. 

También se va a sumar a la grilla un formato de preguntas y respuestas a cargo de Julián Weich.
Por otro lado, Gonzalo Bonadeo va a estar a cargo de un ciclo de entrevistas, y Mora Godoy de un programa de talentos llamado Argentina Baila Tango. Felipe Pigna y Eduardo Lazzari van a llevar adelante un programa sobre historia argentina, y Fanny Mandelbaum va a conducir un ciclo de interés general.

Entre las ficciones confirmadas para la Tv Pública Argentina se encuentran Últimatum, una comedia con Fabián Vena y Julieta Cardinali y El Marginal, la historia de un policía que se infiltra en una cárcel, protagonizada por Juan Minujín, Gerardo Romano y Martina Guzmán. Además, el canal ya está emitiendo Celia, una telenovela basada en la vida de la cantante Celia Cruz.

Sin embargo, no todo será cambio en la Tv Pública Argentina. Entre los programas que  del ciclo anterior que se mantendrán en la grilla se encuentran Cocineros Argentinos, Pampero Tv, Amia el legado, El Cálamo, Madres de la Plaza, Caminos de Tiza, Desde la Vida y Científicos Industria Argentina. Buenas propuestas de la gestión anterior que intentarán mantener su lugar en la actual programación.


Los ricos no piden permiso, una nueva telenovela coral y maniquea


Por Gabriela Fabbro.


El 11 de enero Canal 13 y Polka estrenaron “Los ricos no piden permiso”, una nueva ficción nocturna que vuelve a instalar a la telenovela clásica en el horario central de la televisión abierta. Si hay género maniqueo por excelencia, ese es la telenovela. Ricos versus pobres como la principal oposición dentro de las convenciones del género, son el eje del relato, que ya está presente desde el propio título (sugerido, como dato de color, por Mirtha Legrand hace algunos años al propio Adrián Suar).

Los de arriba y los de abajo, los feos y los lindos, los ricos y los humildes, las malvadas y las ingenuas, los patrones y los empleados, en fin, los malos y los buenos como garantía del éxito de audiencia se dan cita cada noche por el canal de Constitución. 

El protagonismo está repartido entre duplas, triángulos y hasta cuartetos de parejas (Darthés / González / Castro; Heredia / Cherri /De Dominici; Castro / Cardinali / Cáceres / Graciarena), que construyen un elenco coral, sin grandes despliegues de interpretación, en los roles principales. 

Sí hay cuerpos masculinos trabajados, peinados que molestan todo el tiempo y generan tics en las actrices, galanes muy producidos, hermosas locaciones y paisajes locales. En los roles secundarios se ofrecen ricas interpretaciones tales como los de Norma Aleandro (primeros programas), Luciano Cáceres, Malena Solda o Gonzalo Urtizberea, etc.


Recordando a “Herederos de una venganza”, otra telenovela de la misma productora y también dirigida por Marcos Carnevale, “Los ricos no piden permiso” atrae cada noche desde la gran mansión de la estancia de los Villaba como el marco perfecto para un mundo de romances, traiciones, enfermedades, asesinatos, amnesias, y hasta un experimento científico con el agua de la laguna de la zona. Dos líneas narrativas que se unen para ofrecer todo lo que un culebrón debe dar a su público. 

Polka apostó al género clásico y por el momento, con su 13 puntos de rating de promedio y nuevo horario, da batalla al estreno que Telefé presentó hace pocos días, “Educando a Nina” y se mantiene como atractivo para el público de Canal 13, seguidor de Polka y sus novelas costumbristas, esta vez, ambientada en la clásica oposición ricos y pobres.

“House of Cards”: estreno de temporada y participación en la campaña política argentina


Por Magdalena García Pena.


El 4 de marzo se estrenó la cuarta temporada de “House of Cards”, la serie original de Netflix que expone, a través del político Frank Underwood y su esposa Claire, las miserias más íntimas de la esfera política en Estados Unidos.

Ambición, venganza, corrupción, abusos, mentiras… “House of Cards” reúne en su trama elementos suficientes para captar la atención de un público que elige cada vez más el consumo de series y películas on demand. Hoy Netflix acapara el 36% del tráfico de Internet en Estados Unidos.

Este thriller político, éxito rotundo en todo el mundo, supo cautivar al público argentino con ingeniosas acciones publicitarias antes de lanzar la nueva temporada. Primero fue el tweet a Federico Pinedo, felicitándolo por su corta, pero efectiva presidencia. No faltó el mensaje para el presidente Macri, luego de su discurso en el Congreso: “Mauricio, ahora es mi turno” le anunció Frank desde la cuenta de Twitterde House of Cards. Pero lo más llamativo fue el camión de Frank Underwood, estacionado en pleno centro porteño,  que repartía choripanes a modo de campaña presidencial, en sintonía con las costumbres locales.

Más allá de las campañas publicitarias está la calidad del guión y de la producción de este drama que cautivó al público desde la primera temporada. Kevin Spacey, en el rol de Frank Underwood, encarna todo lo que solemos considerar despreciable en una persona y, sin embargo, el público lo adora. Su personaje es un congresista demócrata que, motivado por una venganza, va escalando en Washington D.C. hasta convertirse en el presidente de EEUU.

A pesar de ser tan frívolo, despiadado y manipulador, su ambición inquebrantable por el poder le da cierta admiración a este perverso personaje. La complicidad entre el público y Underwood incluso se fortalece cuando le habla directo a la cámara, rompiendo la cuarta pantalla. Un recurso poco común, pero que funciona con naturalidad en esta ficción.

La exposición de temas delicados vinculados con el ámbito de la política también es una de las razones por la que esta serie sumó tantos adeptos. El espectador se siente atraído por ver cómo funciona el detrás de escena de la política, le gusta ver la corrupción, las intenciones ocultas, el afán por sumar más poder, la competencia sin límites. En algún punto es como un circo con diferentes atractivos y la gente disfrutar de ver el show.


Una quinta temporada ya está confirmada para el 2017, así que habrá Frank Underwood para rato. ¿Logrará la reelección?

Excesos y vulgaridad en el Prime Time. “La Leona”, una tira picante y explícita, la alternativa más jugada de la noche televisiva


Por Camila Mejía.


El comienzo del 2016, en el ámbito televisivo, fue marcado por la aparición de dos ficciones nacionales en el prime time, que salieron a competir con estrategias e historias completamente distintas. Por un lado “Los ricos no piden permiso”, y por el otro “La Leona”.

Las únicas similitudes entre ambas es el retorno a la pantalla chica de actores estrella como Pablo Echarri, Nancy Dupláa y Araceli González, pero su estilo es completamente opuesto.

La Leona nació como un proyecto para 2015 y los vaivenes de la televisión junto con la marcada agenda de elecciones la postergaron para este año. Su historia tiene un claro contenido asociado a lo gremial y a lo político: la lucha de una delegada por mantener los derechos de sus compañeros en una fábrica textil cuyos dueños se caracterizan por no tener escrúpulos. En ese contexto se encontrará con un abogado, aún más inescrupuloso con el que mantendrá una historia marcada por el deseo y también por el odio.

“La Leona” tiene un estilo directo y jugado. Los diálogos en su generalidad son obscenos y violentos, repletos de malas palabras y vulgaridad. El primer capítulo de la tira comenzó con una escena donde el protagonista despierta después de una noche  junto a tres mujeres, y donde se lo ve completamente desnudo. A esa escena le sigue otra de igual tono, pero esta vez protagonizada por Nancy Dupláa.

Además, de los vínculos disfuncionales entre los principales personajes de esta novela, en “La Leona” se construye una relación incestuosa entre varios de ellos, otra gota de agua en el inmenso mar de disvalores que se presentan. Tiene una estética que apuesta muy fuerte a los desnudos y al sexo, pero la historia de tinte tan oscuro, muy similar a la actualidad de nuestro país, es quizás un aspecto que pesa a la hora de elegir verla. 

Si bien “La Leona” comenzó con buenos índices de rating, hoy sus niveles han bajado y TELEFE ha decidido correrla al horario de las 23:30 privilegiando el estreno de “Educando a Nina”.


¿Será que los televidentes, después de un año de elecciones y de todas las noticias que están girando a nivel nacional, preferimos optar por ver algo más naif?

DE COPIA A HOMENAJE: POLÉMICA EN EL BAR


Por Alfredo Solari.

Nació en 1963 como un sketch dentro del programa “Operación Ja Ja” y se independizó como ciclo autónomo en 1972. Así evolucionó “Polémica en el bar”, este clásico de la televisión argentina, fruto de la inventiva de los hermanos  Hugo y Gerardo Sofovich.

Desde ese entonces fue renaciendo, con distintas variantes, en cada una de sus muchas temporadas. Cada reestreno lo encontraba con ciertos retoques y cambios gatopardistas que lo transformaban año a año en un clásico, pero esta repetición se hacía a costa de pérdida de originalidad.
El ciclo se desarrolló algunos años apoyado en el humor, otras virado hacia un enfoque más periodístico, pero siempre anclado en la realidad cotidiana filtrada, analizada, satirizada, y debatida en una mesa de café de Buenos Aires.

La originalidad de los hermanos  Sofovich no versó específicamente en la calidad de la escritura de sus libros, sino más bien en la forma inteligente de generar formatos. Siempre, en el caso de Gerardo, apoyados en la contemporaneidad, la contingencia, la actualidad. Hugo recorrió más fácil y eficazmente el camino de la ficción. Pero en ambos casos, su gran acierto fue la de vincular espacios físicos con figuras estelares, quienes eran los que terminaban de crear los personajes y los diálogos de esas circunstancias estructuradas por los hermanos guionistas. Claro ejemplo de esto fueron ciclos como “Operación Ja Ja”, “No toca botón” con Alberto Olmedo, “La peluquería de Don Mateo”, con Jorge Porcel y la mismísima “Polémica en el bar”.

Es claro que ese humor y uso de la realidad fue una cosa en los setenta y ochenta y otra es ahora. Mucho más si estos no se modernizan, si no se adaptan o evolucionan. Tal vez ese haya sido el pecado de “Polémica”, no cambiar. Los cambios fueron meros revoques que finalmente lo tornaban repetitivo, antiguo y estático. Mucho más teniendo en cuenta que en algunas de sus temporadas el reparto no fue lo suficientemente estelar como para generar atracción o novedad aún en la repetición de la propuesta. Polémica se copió a si misma año tras año. Y si bien dicen que la televisión es redundancia y repetición, esa fórmula acá se agotó.

La gran incógnita era ver como volvía ahora. Cómo se repetiría.  Y esa incógnita se resolvió el pasado 6 de marzo de este año.  Fue así que reapareció "Polémica 2016", ahora producido por Gustavo Sofovich, hijo de Gerardo. Al café porteño esta vez entraron Rodrigo Lussich, Miguel Ángel Rodríguez, Tristán, Horacio Pagani, Nazareno Mottola, Noelia Marzol, Anita Martínez con participación especial y la conducción en forma de anfitrión (antiguo rol de su creador) de Mariano Iúdica. Las características del ciclo son las mismas, pero enmarcado por un bar aggiornado, reflejo de un intento de ubicarnos en un café de antaño con ciertos aires del menemismo de los noventa.  

Ese domingo se prendió la tele. El canal, como en algunas temporadas anteriores, era  nuevamente TELEFE . Y ahí nos encontramos con el bar, el cafetín,  el mismo espacio, la misma música, un mismo clima. Sin embargo, había algo distinto. Algo que lo resignificó. Y ese algo no era menor. El formato de siempre ahora era un homenaje. Homenaje a sí mismo y a su creador Gerardo Sofovich, quien murió casi un año antes de este reestreno, el 8 de marzo de 2015. Su foto ahora estaba colgada junto a la emblemática foto de Fidel Pintos, otro de los artistas que pasaron por esa mesa.  En otras paredes, otros cuadros de Jorge Porcel, Javier Portales, Juan Carlos Altavista y muchos otros integrantes de pasadas polémicas. El clima de melancolía lo invadía todo y su nuevo anfitrión recorría emocionado junto al dueño del café (Tristán) cada una de las paredes de ese mítico espacio porteño.

Todos los recursos conocidos y reconocidos del ciclo estuvieron presentes. El humor, la melancolía,  lo porteño, un guión predecible y gags tal vez  pasados de moda que poco efecto causan, la mujer presentada como objeto y elemento de distensión de una mesa machista, por momentos acalorada. Y por supuesto, la autorreferencialidad como un ingrediente indispensable en esta remake

Una autorreferencialidad que se ve en cada frase, en cada cita, en cada recuerdo, y hasta en los espacios simbólicos. Nadie podía usar una determinada silla de esa mesa central. Cada parroquiano que entraba amagaba a sentarse en ella y Iúdica lo reprimía. Esa era la silla de “alguien”. Y ese alguien llegó: Minguito. Otra vez la repetición. Aparecía ese personaje creado por Altavista ahora en la piel de Miguel Ángel Rodríguez. Pero esta repetición, como el programa todo, no aburría. Era ver algo nuevo y vivo en lo ya conocido. Era el placer del reencuentro, del tributo que revalorizó todo lo expuesto.

Este comienzo de “Polémica en el bar” fue su versión más viciada de sí misma. Su copia más fiel. Pero su esencia de homenaje la hizo disfrutable y distinta. Fue un renacimiento.
La gran duda será ver cómo este clima se sostiene. Tal vez rápidamente el tributo se esfume y reaparezca el espejo. Ese espejo que nos puede llegar a devolver un reflejo viejo de algo que fue y ya no debería ser. El tiempo lo dirá. Por ahora a seguir disfrutándolo como a esas cosas que nunca se alcanzan, con la ñata contra el vidrio, en un azul de frío y una esperanza de amor.

EL ORGULLO DE MINGUITO

Sin lugar a dudas el elemento central de esta nueva temporada de “Polémica en el bar” es Minguito.
Hay ciertos personajes que son inseparables de sus intérpretes. Actor y personaje se transforman en uno solo. Ejemplos sobran. Nadie podría imaginar a un Chavo del ocho interpretado por otro que no sea Roberto Gómez Bolaños. A una Chona sin Haydée Padilla. Y tal vez un ejemplo extremo sea Tato Bores en dónde el personaje terminó rebautizando a su intérprete. Nadie podría ponerse en la piel de estos personajes salvo que ese juego se presente bajo la excusa del homenaje o la imitación. Minguito es uno de ellos.

Si bien fue creado por Juan Carlos Chiappe y nace en la radio, es imposible no unir a este querible personaje con quien fue su intérprete y “dueño”, Juan Carlos Altavista.
Altavista lo redondeó, lo hizo propio, le prestó su cuerpo y su alma por más de cuatro décadas. Este Minguito representaba un estereotipo argentino de clase baja, hijo de inmigrantes italianos, hincha de Boca Juniors y de dudosa profesión. El personaje y el actor se amalgamaron. Uno no era sin el otro.

Por primera vez después de la muerte de Altavista, en 1989, reapareció Minguito. El cuerpo se lo prestó Miguel Ángel Rodríguez, quien además de ser un ya consagrado actor e imitador, fue yerno del fallecido actor. Pero esta reaparición melancólica que, a priori fue un tributo, gozó de una interpretación exquisita. Rodríguez no sólo reprodujo los tonos de voz, el vocabulario, el aspecto, sus risas y furcios, sino que logró extraer el alma de Domingo Tinguitela.  Transitó ese personaje con maestría y logró que con los minutos y las sucesivas emisiones dejemos de ver al imitador y empecemos a reencontrarnos con él, con Minguito.

Altavista debe estar orgulloso. Su personaje se independizó. Logró separarse de su cuerpo para transformarse en universal, en un ser individual de ficción que ahora podrá seguir vivo por siempre.




El poder de la imagen. El video de La Rosadita como reflejo de una realidad


Por Gabriela Fabbro.


Cuando parece que la televisión abierta pierde vigencia y espectadores, una filmación, tomada por una cámara de seguridad, puso de nuevo a la imagen en televisión en primer  plano.

El video de La Rosadita, que es una ¿nueva? prueba en la causa de la ruta del dinero K a cargo del juez Casanello, inundó las pantallas y los programas de televisión.

En primer plano la escena, en primer plano el dinero y en primer plano es cómo se ve a los protagonistas de esta filmación. La imagen como tal, siempre tuve un claro anclaje en la realidad. Y si bien una imagen no es lo mismo que lo que representa, porque es eso, justamente una re-presentación, es literalmente, una nueva presentación de eso que muestra, en este caso, una nueva muestra de la corrupción y la fascinación por el dinero como eje de un relato.

Las imágenes de La Rosadita, le dieron nuevamente a la televisión abierta legitimidad y credibilidad. Porque lo vemos, lo creemos, y frente a ese documento, que nada tiene de falsificado, estamos frente a la cruda realidad. Una realidad que puso en evidencia a personas, que ayuda a seguir conociendo la trama de esta compleja estrategia de ambición y que, además, y fuera de lo esperado, hasta ayudó a que la audiencia apoyara más aún a la actriz que se sintió traicionada por su marido contador. La televisión llega hasta lo inesperado.

Nuevamente las imágenes fueron reflejo de un hecho, como en las primeras películas de los Hermanos Lumière, que se transformaron en un mero y fascinante registro de la realidad que pasaba por delante de su cámara. Lamentablemente, el avance del lenguaje audiovisual hace que hoy las imágenes también sirvan para registrar lo que en La Rosadita pasó, un grupo de hombres brindando al contar millones en dólares y euros.


La imagen, repetida hasta por demás, remarca el valor del registro, del documento como modo de contar una verdad. Será por eso que la fascinación con las imágenes no termina jamás, en una foto, en una selfie, en el video realizado con un celular, o la cámara del más famoso director de cine: siempre hay una lente que tiene la capacidad de reflejar la realidad, que queda ahí, como un documento, triste en este caso, de la Argentina reciente.