Por Alfredo Solari.
Dentro del circo mediático
2017, reaparece uno de sus más importantes maestros de ceremonias. “Cuestión
de peso” estrenó su nueva temporada con algunos cambios reales y mucho
gatopardismo.
Este programa está producido
por Endemol y transmitido por canal 13 ya desde el año 2006, cuando
hizo sus primeras apariciones. En el rubro de la conducción, primero
estuvo Andrea Politti, luego Claribel Medina y llegamos al 2017, con un nuevo
cambio de timón, ahora el conductor es Fabián Doman.
El argumento no es nuevo. Un
grupo de participantes compite en una suerte de clínica televisiva para poder
bajar de peso y dejar atrás uno de los más graves problemas de salud de la
actualidad como lo es la obesidad.
Nadie puede poner en tela de
juicio las buenas intenciones de un ciclo como este que trabaja y difunde esta
enfermedad y la necesidad de ayudar a quienes la padecen (el ciclo fue el
principal impulsor de la ya sancionada “ley de obesidad”). Pero, como suele ocurrir,
el formato de reality show le juega muy malas pasadas
(espectacularización y banalización de situaciones graves y complejas
desde lo médico, ridiculización de los participantes, entre otros) casi hasta
transformarlo en algo contraproducente.
Es indivisible el concepto de
escándalo con el de reality, y “Cuestión de Peso” ha
hecho honor a esta premisa. Ya no es secreto para nadie la enemistad que supo
haber entre la primera conductora del ciclo, Andrea Politti, y el alma mater del
programa, el Dr. Cormillot. Su mala relación se hizo pública luego de la
finalización de la temporada del 2008 donde hubo hasta denuncias de malos
tratos por parte de la actriz y conductora.
Hoy, con la temporada 2017
recién estrenada, los escándalos no se hicieron esperar. El Dr. Alberto
Cormillot, a pocos días del estreno, amenazó con renunciar al programa ya que
denuncia que el formato de reality no deja lugar a la
reflexión y al trabajo en pos de la salud, primer objetivo que el
prestigioso médico tuvo al comenzar su participación en la emisión.
Las
peleas, escándalos, situaciones bizarras y demás herramientas genéricas coparon
las horas de transmisión y dejaron atrás las intenciones que “Cuestión de
peso” tiene de colaborar con el bienestar de sus participantes y la
sociedad. Claro está que este conflicto entre los miembros de la producción
también se desarrolla en esa misma cancha. Cruces entre el nuevo conductor y el
médico en cámara, idas y vueltas, y demás discusiones mediáticas que no hacen
más que profundizar la misma situación denunciada.
En fin, todo alimenta más al
show. Y es no precisamente una alimentación saludable.
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