Por Gabriela Fabbro.
Si pensamos en la televisión abierta actual y su poder como referente
para el público que la sigue, hoy vale la pena detenernos en un conductor
para pensar que hay gente que sabe desarrollarse y crecer en este medio y
lo hace muy bien.
"Los 8 escalones", "Pasapalabra" o "Resto del
mundo", son tres programas en los que participa Iván de Pineda como
conductor en los dos últimos y como jurado en el primero. Este joven y no
tanto, que irradia simpatía y variados conocimientos, brinda aires frescos y
saludables a la pantalla.
Programas en los que se valora el esfuerzo, el conocimiento, la
inteligencia y que nos abre "al futuro" como bien lo indica la
presentación de su programa de viajes, son los ejes por los cuales, hasta
ahora, se ha movido Iván de Pineda.
Con una gran memoria, recuerda el nombre de todos sus profesores de la
secundaria según contó en una entrevista, demuestra un gran dominio de temas
tan diversos como la cultura, la literatura, la historia, el cine y los medios
en general. Ávido lector, observador e inteligente, sabe encauzar sus programas
con fluidez, sano humor y, especialmente, gran respeto por los participantes o
entrevistados.
Es además conductor radial, y vale la pena recordar que comenzó, además
de su temprana carrera como modelo internacional, como notero en el programa
"El rayo", conducido por Deborah del Corral, en América TV. El mismo
propuso una nueva manera de contar y mostrar las notas, con un criterio de
edición novedoso en el que el montaje era el gran protagonista. Algo del mismo
se puede ver hoy en “Resto del mundo”.
También trabajó en cine y en ficciones televisivas, pero claramente, por
el momento, el rol en el que actualmente se mueve, un conductor de formatos
lúdicos como él se definió, le sienta muy bien.
Su programa “Resto del Mundo”, que lleva 13 años en el aire, un logro que
valoramos mucho en el contexto actual televisivo, ganó en 2016 el Premio Martín
Fierro al Mejor Programa Cultural.
Curioso por naturaleza, habla cinco idiomas con gran naturalidad,
confirma que en la televisión actual no es necesario caer en lo burdo, violento
o de mal gusto para obtener audiencia. El buen gusto, la sana competencia, la
curiosidad y la memoria son valores que Iván pone en escena en cada bloque de
sus programas.
Qué bueno que la televisión abierta siga apostando a estos
formatos, en donde el conductor es el eje por los valores que propone, que
tanta falta le hacen a la pantalla local.
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