martes, 31 de mayo de 2016

Los programas de entretenimiento se instalan en la televisión argentina


Por Magdalena García Pena.

Parecía que atrás habían quedado las “respuestas redondas” de “Tiempo de Siembra”, “Feliz Domingo”, el programa hecho con amor, o los cantantes amateurs de “Si lo sabe, cante”, el popular programa conducido por Roberto Galán.

Pero en la TV todo se recicla. El género de entretenimiento volvió a tener su auge y también en el prime time. Entre 2015 y el comienzo de 2016 diez programas de entretenimiento permanecieron en la pantalla con ratings más que aceptables.

El Trece es el canal que más fuerte apostó al entretenimiento en estos últimos años. Hoy no está Pancho Ibáñez, pero tenemos a Guido Kaczca premiando el saber en “Los Ocho Escalones”; lo que antes era “Feliz Domingo” resurgió hace años como “El Último Pasajero” y fue mutando hasta convertirse hoy en “La Mejor Elección”, un programa que apela a que dos extraños terminen besándose en vivo; y ya no tenemos a Roberto Galán, pero José María Listorti logra que los del desopilante “Canta Si Puedes” terminen cantando bajo condiciones extremas.

Para Telefé, su caballito de batalla fue “Escape Perfecto”, programa que consagró a Leandro “Chino” Leunis como conductor. Aquí participaban parejas que desplegaban conocimiento, agilidad física e ingenio. 

“Combate” es otro fenómeno que ya lleva dos años en la pantalla de Canal 9. Este formato traído de Ecuador y conducido por “Fierita” Catalano es muy similar al programa “El Muro Infernal” que conducía Marley hace años. Dos equipos compiten en distintas pruebas de destreza física y mental, pero el programa tiene tantos condimentos extra que los juegos originales ya no son los protagonistas.

Queda claro que muchos programas de entretenimiento de hoy son una nueva versión de clásicos del pasado ya mencionados. Pero ¿cuánto conservan del formato original? Quizás sólo la estructura del juego. Los desafíos en sí son más osados, más dinámicos y también más efímeros. La exageración, el extremo y el riesgo cada vez forman parte de la adrenalina de cada programa, que se aleja día a día de la sana competencia, de la valoración de la lectura y el saber, o de la riqueza en las competencias artísticas. 

En “Tiempo de Siembra” no era extraño ver a un mismo participante en juego durante tres emisiones seguidas. Hoy eso es impensable. Ninguna prueba o prenda demanda ese nivel de profundidad. Hasta “Los 8 escalones”, programa que hemos elogiado en nuestra publicación anteriormente, ha caído en su esencia: ahora ya no se valora lo que saben los participantes, si no a si aciertan a cómo piensa un personaje sobre determinadas temáticas. Si este personaje fuera Ricardo Darín, Jorge Lanata, o Damián Szifrón, por nombrar algunos al azar, bienvenido el cambio, pero si los referentes son Alberto Samid o Vicky Xipolitakis, la televisión abierta y el formato están en problemas….

Pero los participantes también son cada vez más protagonistas desde sus historias personales. Varios de estos programas de entretenimiento incluyen a famosos en sus emisiones para darle valor y legitimidad al programa desde el invitado y no desde el formato en sí. Algunos ejemplos son “Como Anillo Al Dedo”, “Pasapalabra”, “Tu cara me suena” y “Canta si puedes”.

Sin embargo, existen casos en donde la fórmula del entretenimiento no funciona. “El Argentino Más Inteligente”, conducido por Jorge Lanata en El Trece, llegó como una propuesta novedosa desde Canadá, donde es líder de audiencia desde hace dos años. Pero acá no tuvo el mismo éxito: en la segunda emisión el canal decidió levantarlo por sus bajas mediciones de rating. La falta de ritmo del programa y la sencillez de los juegos que debían resolver los participantes fueron los principales factores que llevaron al fracaso a este ciclo que había generado grandes expectativas.

El rating manda y pareciera que no hay una fórmula exacta que asegure el éxito de este tipo de programas. Lo que sí existe es una necesidad de los canales de reinventar este género, buscando entretener a un espectador cada vez más disperso y acostumbrado a contenidos ágiles, dinámicos y superficiales.

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