domingo, 7 de agosto de 2011

Alejandro Malowicki: “El valor narrativo del documental reside en construir una relación de confianza con sus protagonistas”

La serie sobre el transplante cardíaco pediátrico “Con una mano en el corazón”, dirigida por Alejandro Malowicki, fue una de las ganadoras del Plan de Fomento y Promoción de Contenidos Audiovisuales del SATVD-T (Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre). Operaciones a corazón abierto, narradas en primera persona por médicos, familiares y pequeños pacientes, descubren los mitos y las verdades que se esconden tras las paredes del Hospital Garrahan.

Por: Carolina Roncarolo

El director de la serie documental sobre el transplante cardíaco pediátrico, Alejandro Malowicki, explicó al Observatorio de la Televisión las diversas instancias del proceso de preproducción, rodaje y posproducción, en el Hospital Garrahan y en otros hospitales de la Argentina.

¿Quién narró los acontecimientos de la serie y desde qué lugar lo hizo: desde la cercanía del narrador testigo o protagonista, o desde una perspectiva más omnisciente? ¿A qué obedeció esta decisión?

Esta es una pregunta importante porque, desde el punto de vista de la estructura de los guiones que me propuse, justamente el interrogante fundamental era quién narraba. Y la definición fue: deben narrarlo los protagonistas. Entonces, la serie está contada por los propios médicos (cada uno dentro de su especialidad), por los padres, por los pacientes, aunque sean pequeños…Porque narrar no quiere decir solamente que está “hablado”. Narrar también tiene que ver con lo que uno muestra de estos profesionales, de estos papás o de estos chicos en su actividad cotidiana.

¿Por qué digo “protagonistas”? Primero porque, obviamente, son los protagonistas. Y segundo porque la palabra “protagonista” está muchas veces relacionada con el hecho teatral, cinematográfico o actoral. Y me parece que lo que por lo menos yo pretendí y se logró es que tanto los médicos, como los familiares y los chicos se sintieran protagonistas de un trabajo que hicimos en común. Este es el eje narrativo de la serie.

Por supuesto, hay una apoyatura, que es la del actor argentino Jorge Marrale, presentador de cada uno de los capítulos. Nos pareció importante involucrarlo porque le da la emoción de lo que un actor puede darle como tal a un tema profundamente afectivo como es el tema del transplante cardiopediátrico.

¿Cuál fue el valor documental del testimonio de pacientes y familiares?

Primero, el valor documental reside fundamentalmente en el hecho de que son testimonios verdaderos, no verídicos. No son verosímiles, son verdaderos. Entonces, el hecho de tener un testimonio verdadero le da al espectador la posibilidad de conocer una verdad verdadera. Que no es redundante hablar de una verdad verdadera, porque ésta también puede ser presentada desde lo verosímil. Acá no.

Hubo un aspecto interesante en cuanto a los testimonios: nosotros primero realizamos un trabajo de investigación. Entre otras cosas, primero hicimos un acercamiento “micrófono en mano” (no “cámara en mano”) con todos los que iban a ser protagonistas de la serie. Tal es así, que eso no solamente nos sirvió para poder construir los guiones, sino que además permitió que, cuando llegara el momento de la filmación, el protagonista supiera que íbamos a interrogarlo sobre los mismos contenidos de la investigación previa. Porque con ese material construimos los guiones, con el material verdadero de los propios protagonistas.

El hecho de construir una relación de confianza básica con los entrevistados fue imprescindible para poder lograr que nos hablaran desde la verdad. Esa confianza básica fue construida previamente; no fuimos directamente a hacer una pregunta con la cámara y el micrófono. Esa persona tuvo la posibilidad de conocernos y de preguntarnos en el trabajo previo. Y, cuando volvimos con la cámara, estábamos trabajando en equipo. Aquí reside el valor narrativo de los documentales que hicimos.

¿Cómo retrató la cámara a los chicos y a sus familias?

A nivel de los encuadres, teníamos libertad absoluta. Porque nosotros podíamos decirles: “Bueno, mejor ponete de este lado”, para encuadrar mejor, y no por eso faltar a la verdad. De ninguna manera. Pero ya teníamos una relación, y ellos confiaban en nosotros. Cuando filmábamos, por ejemplo, adentro de la sala de juegos del Hospital Garrahan, entrábamos con la cámara (con cuidado, por supuesto) y, de alguna manera, era como trastocar la actividad de los chicos. Y, sin embargo, ellos seguían haciendo su actividad, y entonces nosotros podíamos filmar la verdad de ellos porque la relación estaba dada.

¿Cómo se presentó la figura del médico? ¿Cómo los retrató la cámara?

En esta serie, la relación con los médicos fue una cuestión muy particular. Nosotros tuvimos la suerte de que en el transcurso del rodaje de los ocho capítulos (que fue durante dos meses y medio) se generaran cuatro situaciones quirúrgicas. O sea, hubo dos ingresos de corazones y dos colocaciones de lo que se llama corazón artificial.

Nosotros estuvimos filmando desde que surgieron esas posibilidades; fuimos con los equipos de ablación a Jujuy y a todos los lugares donde aparecía un corazón. Formábamos parte del equipo, y cuando llegaba el órgano teníamos otros camarógrafos retratando lo que ocurría adentro del quirófano: cómo los médicos implantaban el corazón que otro equipo había ablacionado.

Pero no sólo nos ha tocado filmar ablaciones e implantaciones de órganos, sino también hemos registrado cómo los médicos no podían recibir el corazón de un chico fallecido con la rapidez necesaria porque un juez forense tenía que dar el permiso. Y el funcionario demoró entre cuatro y cinco horas, lo cual fue terrible, y en ese momento nosotros filmábamos a los médicos discutiendo con los jueces para acelerar el trámite. Tuvimos la suerte de poder registrar esa situación, totalmente verídica. ¿Y por qué? Porque estuvimos todos los días en los hospitales.

Los médicos también confiaban en nosotros, porque antes de filmarlos hicimos un trabajo de investigación, hablamos con ellos, nos contaron lo que hacían, les contamos todo lo que teníamos previsto, le mostramos los guiones…Ellos sabían lo que estábamos filmando. Así, cuando llegó el momento de encender la cámara, contábamos con la confianza absoluta de todos los profesionales.

¿Cómo se retrató desde la banda de imagen y desde la banda sonora al Hospital Garrahan y a su área de cirugías cardiovasculares pediátricas?

Todo lo que se filmó en el Hospital Garrahan se hizo con sonido directo. Teníamos un sonidista que trabajaba con un equipo independiente; por lo tanto teníamos, por un lado, el sonido registrado por la cámara, y, por otro, un equipo de sonidistas que tomaba el sonido, para una mejor calidad en el momento de posproducción.

Como los narradores de la historia son los protagonistas, en esta serie la calidad el sonido directo era fundamental. Por lo tanto, no podíamos basarnos únicamente en el sonido que tomaba la cámara que al filmar.

En cuanto al encuadre, teníamos dos grandes planteamientos: por un lado, el encuadre específico del testimonio directo, cuyo principal cometido era que el entrevistado fuera dejando de ver la cámara. Eso implica entrevistas largas: uno no va a hacer un reportaje a un médico o a un papá con premura y preguntas muy estructuradas. Sólo es cuestión de conocer a fondo el tema del que se está hablando, saber qué se quiere preguntar y tener conocimiento del entrevistado. Entonces, se planta la cámara y la entrevista se convierte en un diálogo, hasta que el entrevistado se olvida de su existencia. De esta manera, puede expresar afectos y sentimientos. Y este era mi trabajo como director. Y cada testimonio llevaba mucho tiempo. Mucho tiempo. No sólo era cuestión de filmar, sino de saber que había un ser humano al que había que inspirar confianza, para que tuviera la mayor libertad de poder expresarse.

El otro gran aspecto era poder retratar al hospital y sus instalaciones. Ahí había varias limitaciones que tener en cuenta. Por ejemplo, no se puede entrar a una sala de terapia intensiva así como así, porque hay temas de salubridad y enfermos de gravedad. Yo ya sabía que el planteo era plano general en la medida de lo fundamental. Después, si existía la posibilidad de estar más tiempo en un área restringida, podía entrar a hacer mayor cantidad de detalles. Pero siempre con el cuidado de saber que no puedo estar movilizando un equipo dentro de una sala.

Obviamente, en los enormes pasillos del Garrahan uno ya tiene más libertad, y se adoptan las convenciones clásicas de filmación de un documental: tratar de obtener la mayor cantidad de imágenes de la gente. Porque un hospital lo hace la gente; generalmente la gente humilde.

¿Quiénes les otorgaron los fondos para rodar la serie?

El Ministerio de Planificación Federal, Inversión y Servicios Públicos destina una determinada cantidad de dinero a través de Televisión Digital Terrestre. Dichas sumas son remitidas a la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que transfiere los fondos a las productoras ganadoras de los concursos, organizados y evaluados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), entidad que además vela por el cumplimiento de los contratos.

¿Qué señal o qué señales emitirán la serie documental, cuándo lo harán y con qué frecuencia?

Eso no lo sabemos. Lo que sí puedo responder es que este documental, como tantos otros materiales que salieron y salen de los concursos de televisión digital terrestre, va al Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino (BACUA). Allí están todas las producciones que está generando el INCAA junto a Televisión Digital Terrestre y a la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Todas las productoras que estamos haciendo series de ficción o series documentales en todo el país, una vez que recibimos la aprobación, remitimos nuestros contenidos al BACUA. Entonces, todas las señales de televisión digital que se van a abrir y que se están abriendo pueden acceder a ese banco y llevarse el material sin costo. Puede que este material sea solicitado por una señal digital de Río Negro, o de Salta o de Buenos Aires, y esté viéndose por todo el país. Esto es lo que uno sabe que verdaderamente significa la televisión pública. Cuando uno, como canal privado o público, tiene la posibilidad de acceder a un material de interés público.

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