domingo, 30 de septiembre de 2012

“En terapia" es un formato bastante particular que consiste en contar una historia diferente todos los días

¿Cómo transcurre el proceso de adaptación de un formato televisivo israelí a la idiosincrasia argentina? En el marco del ciclo de charlas de Argentores (“Un buen guión para una buena televisión”), la productora ejecutiva Verónica Alvarez (Dorimedia Group) y el director de cámara de En terapia (TV Pública), Alejandro Maci, explican las estrategias de adaptación de un guión que muestra un plano detalle de las sesiones de psicoanálisis.

Por: Carolina Roncarolo

¿Cómo surgió la idea original, en qué países se emitió la serie y cuántas temporadas lleva?

Verónica Alvarez (VA).-  Creado por Hagai Levi en el año 2005, En terapia es un formato que se hizo en Israel; su título original es Betipul. Nosotros hablamos con el creador y nos contó una historia muy personal: él aterriza en esta historia por una serie de sucesos que fue atravesando en su vida. Creo que fue una búsqueda muy interna y personal del autor.

El formato tuvo dos temporadas en Israel y tres temporadas en Estados Unidos (HBO emitió en 2008 la primera temporada, 2009 la segunda y 2010 la tercera).

Finalmente, tuvimos la posibilidad de hacerlo en Argentina; de hecho, ya comenzamos a rodar la segunda temporada, de 40 capítulos. Adicionalmente, este año 2012 la serie se emitió en Canadá, Rusia y Brasil.

¿Cómo fue el proceso de adaptar el guión original?

(VA).- En terapia es un formato bastante particular que consiste en contar una historia diferente todos los días. La historia de cada personaje tiene un día de la semana específico: por ejemplo, todos los episodios transmitidos el día lunes están dedicados a una paciente en particular. De lunes a jueves se suceden cuatro relatos de vida de cuatro pacientes, y los episodios de los viernes se centran en el psicoanalista.

Tuvimos que adaptar 45 guiones. En principio, se hizo la traducción literal directa del hebreo al castellano. Luego, Esther Feldman y Alejandro Maci trabajaron en la adaptación de cuestiones culturales vinculadas con la idiosincrasia argentina.

Alejandro Maci (AM).- En todo proceso de adaptación de un guión hay un aspecto preexistente. Hay un aspecto sobre todo dramatúrgico, una red vincular, un universo de pertenencia que ya existe. Al mismo tiempo, al traerlo a nuestra realidad y, sobre todo, teniendo en cuenta la temática psicoanalítica (que tiene tanto arraigo en la Argentina, y particularmente en Buenos Aires), hay que tomar ciertos cuidados, porque todo se resignifica.

Por otra parte, en cuanto a los personajes, el universo que propone la serie nos interesa en cuanto a ciertos cortes de personaje con ciertas problemáticas y ciertos vínculos. Pero, al mismo tiempo, hay personajes que no podemos encontrar en nuestro medio sociocultural. Y entonces requieren de buscar aspectos que puedan configurar un personaje que para nosotros sea reconocible.

Por ejemplo, el personaje que hizo Germán Palacios (Gastón) en la versión argentina es un policía de elite de la GEOF (N. de la R: Grupo Especial de Operaciones Federales), y en la versión original es un militar, un piloto de guerra de un tipo de naves muy particulares que son de última generación, o sea, algo muy alejado para los argentinos que, en cambio, funcionaba perfectamente en Israel y en Estados Unidos, países que viven en guerra.

Al mismo tiempo, el guión original nos presentó problemáticas sumamente interesantes; con Levi tuvimos varias conversaciones y workshops durante varios días para decidir qué elementos de la historia podríamos utilizar para llegar a que nuestra audiencia pueda decodificar el mensaje y prolongar su proceso identificatorio con el personaje. Otro claro  ejemplo de ello fue el personaje de Ailín Salas (Clara), que en la versión original es una gimnasta olímpica, algo nada popular en la Argentina. Por eso llegamos a la danza clásica, que a través de ciertas figuras como Julio Bocca o Paloma Herrera, se ha popularizado en nuestro país, e ilustra el rigor, las dificultades y las presiones horribles que tiene que experimentar alguien que no está todavía en una edad para vivirlo.

Por otra parte, cabe destacar que estamos construyendo el espacio íntimo dentro de un consultorio, y esto requiere generar en el público una sensación de proximidad con la narración, o sea, que realmente tengan la sensación de estar espiando por el ojo de la cerradura.

Ha sido un programa de altísima demanda, porque esta “íntima intimidad” del consultorio fue construida (había más de 50 personas alrededor). Y, al mismo tiempo, uno tiene la obligación narrativa de generar ese espacio tan de a dos (o de a tres, en el caso de la pareja), que implica encerrarse en un cuarto y compartir con otro lo más escondido que uno tiene. Y eso genera un gran compromiso con los actores; fueron 15 horas diarias dedicadas al rodaje y hubo que conformar un equipo de producción muy sólido para lograr un producto verosímil.

¿Qué desafíos supuso televisar una ficción íntegramente centrada en el diálogo de unos pocos personajes?

(AM).- El formato tiene sus peculiaridades técnicas y es una apuesta de producción magnífica, porque podría haber “hecho agua” por todos lados. Porque requiere del público algo a lo que no está acostumbrado ni conoce: tiene que aprender con la serie un “manual de instrucciones” para poder seguirla. De hecho, en Argentina muchos canales bregaban por introducir esta serie, porque el “mundo psi” está muy arraigado en nuestro imaginario cultural. Pero, al mismo tiempo, había mucho recelo: en este mundo donde la gente tiene tantos problemas atencionales, ¿se podrá instalar y disfrutar un diálogo?

(VA).- Pensemos que es un formato que es media hora de conversación, sin cortes comerciales. En sí mismo, es un formato de interior. Prácticamente, no teníamos exteriores y eso fue una gran apuesta: ¿tendría nuestra audiencia la capacidad para estar media hora concentrada en lo que  sucediera, sin irse a buscar algo o hacer zapping?



¿Cuáles fueron las pautas pre establecidas inamovibles y qué licencias pudieron tomarse para adaptar este guión?

(AM).- Como mencionaba Verónica, hay un formato que implica ciertas reglas de juego preexistentes. Acá hay una historia de un terapeuta que se va desarrollando y que enhebra todos los capítulos. La serie comienza en un momento particular de la vida de este hombre que nosotros estamos contando y respetando a rajatabla: es un hombre que está en crisis conyugal; al cumplir 50 años entra en una crisis existencial con su profesión y con su familia. Al mismo tiempo, esto afecta su vínculo profesional con sus pacientes. Suponemos que es un prestigioso profesional que tiene muchísimas consultas, pero el relato sólo se centra en los cuatro pacientes que conocemos.

Todo eso se realiza en sesiones, y cada sesión de media hora es un episodio. Todo eso preexiste, junto a los personajes, que tienen cierta edad y cierta condición social… En la Argentina, el abanico terapéutico es amplio, es decir, este es un terapeuta que cobra cierto monto de dinero la hora, y en Buenos Aires uno puede atenderse por obra social con aranceles más económicos. No es el caso de este terapeuta, lo cual implica una serie de cuestiones sociales con respecto a quién va a ese consultorio.

Si la comparamos con la versión estadounidense emitida por HBO (In treatment), la historia es la misma. Sí hubo una cosa que tuvimos que cuidar mucho, y consistió en ciertos resabios conductistas de la terapéutica norteamericana y/o israelí, que nosotros tuvimos que modificar dado que aquí tenemos el “universo psi” tan próximo que ver al terapeuta casi dando consejos nos hubiese resultado muy poco profesional.

¿Cómo organizaron temporalmente la narración? ¿La media hora de duración de cada capítulo pretendió emular la duración de una sesión de psicoanálisis?

(VA).- La media hora de duración de cada capítulo no tiene que ver con la extensión de una sesión típica de psicoanálisis, sino con la instrucción de un formato. En Israel y Estados Unidos, las series no duran más de 26 minutos.

(AM).- Verosimilizamos con respecto a lo que podría suceder en un consultorio argentino. Básicamente, lo que importa aquí es que la construcción escénica pueda funcionar con un motor de suficiente vigor dramatúrgico. Hay una condensación dramatúrgica que tiene que ver con la tolerancia perceptual del cara a cara y la mecánica del contraplano. Pensemos en cuántos distractores se presentan cuando uno ve TV en su casa: luces prendidas, idas y venidas, el teléfono sonando… ¿cuánto demandamos del espectador? Entonces, podríamos decir que es una sesión de 50 minutos que dura 25.

Esto no es un documental sobre el psicoanálisis, es una construcción sobre el personaje del psicoanalista. Porque, de hecho, el personaje es Diego Peretti (Guillermo), no sus pacientes. Aunque, de pronto, en una sesión cada paciente adquiere relevancia singular. Esto implica sopesar dramatúrgicamente, no psicoanalíticamente.

¿Cuánto tiempo demoraba el rodaje de un capítulo?

(AM).- Sin exteriores, el rodaje demoraba una jornada por episodio. Con exteriores, demoraba lo que requiriera.

El diseño de producción tiene una gran ventaja para los actores: grabamos todos los capítulos seguidos por personaje (los nueve capítulos de Norma Aleandro, los nueve de Julieta Cardinalli, y así sucesivamente). De hecho, algunos personajes tenían escenas muy puntuales en exteriores que se agruparon para grabar en conjunto.

A la vez, la ventaja que presentó para los realizadores fue que nos permitió tener grandes actores invitados como pacientes, y por ende, grandes actuaciones: condensar el rodaje de una actriz como Norma Aleandro nos permitió adaptarse a su agenda y a sus honorarios. Hubiese sido imposible tenerla un trimestre.

Como todo, esto tiene sus ventajas y sus desventajas: la ventaja de la concentración y, al mismo tiempo, la desventaja de tener que rodar todo un ciclo en dos semanas. Y eso generó un abismo interior: ¿qué procesos debemos poner en marcha para trabajar en dos semanas un arco dramático que, televisado, durará un trimestre?

¿Por qué criterios se regirán para escribir los guiones de las siguientes temporadas?

(AM).- El formato tiene algo muy interesante y es que va renovando la mirada sobre el consultorio; cada temporada se puede exponer un nuevo abanico de casos clínicos, de pronto vamos viendo otros pacientes y otros horarios. Más allá de la historia central del psicoanalista, siempre habrá nuevos pacientes para analizar y ello implica nuevo material para futuras temporadas.

Realmente, parte de la originalidad de este formato es el modo en que sucede; es como si fuera un unitario por un lado, pero una serie porque se emite todos los días. De hecho, parte de la promoción que se hacía en Estados Unidos era “usted puede ver sólo los miércoles”, cosa que es en parte cierta y en parte no tan cierta porque, en realidad, hay una historia de un protagonista, que es el punto de vista del terapeuta desde el consultorio.

(VA).- Como es un formato, reitero que estaríamos siguiendo ciertos patrones. La historia madre es la del psicoanalista (por supuesto, si cambiamos el psicoanalista no tendríamos más En terapia), lo que cambia son los pacientes. Nosotros ya estamos rodando los primeros capítulos de una segunda temporada, y vamos a respetar los personajes de las segundas temporadas que ya se hicieron en Israel y Estados Unidos. La historia de la pareja de Leonardo Sbaraglia (Martín) y Dolores Fonzi (Ana) continuará, y el analista Guillermo (Diego Peretti) pasará de la supervisión al análisis. Si vemos que las historias de las segundas temporadas funcionan acá, es muy poca la adaptación que vamos a hacer.

Descargar entrevista completa a Verónica Alvarez y Alejandro Maci-En terapia (TV Pública)

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