domingo, 29 de julio de 2012

“La defensora” (TV Pública): el desafío de equilibrar estilización,concisión y verosimilitud en un mismo relato

En el marco del cuarto ciclo de entrevistas organizado por Argentores “Un buen guión para una buena televisión”, los autores y la protagonista de la miniserie La defensora (TV Pública) dialogaron con el Observatorio de la TV sobre el reto de condensar  temáticas e historias complejas en capítulos de media hora de duración. A su vez, destacaron el rol del autor en la construcción del verosímil de la palabra y los hechos narrados.

Por: Carolina Roncarolo

¿Cómo surgió la idea de narrar una historia que girase en torno a una Defensoría de Menores?

GRACIELA MAGLIE (GM).- La defensora comenzó un proyecto que habíamos pergeñado ocho años antes a partir de una idea de Héctor Olivera, quien quería contar una historia sobre su experiencia en una Defensoría de Menores e Incapaces. Ya habíamos trabajado juntos, y decidimos diseñar este personaje en el marco de un ambiente que vibrase en torno al mundo de los trabajadores sociales.

Con Fernando Mateo exploramos el mundo de las Defensorías y los Juzgados, y se desplegó ante nuestros ojos un abanico de temáticas inmenso. No quisimos tomar contacto directo con una defensora de menores, para evitar “contaminar” la esencia de nuestra protagonista: una mujer firme y emotiva, que denotase tanta sensibilidad como fortaleza.

Ocho años después, cuando aparecieron los concursos de TV Digital, Olivera sugirió que presentáramos el proyecto, con las adaptaciones correspondientes. Y así lo hicimos. El concurso exigía capítulos de media hora de duración, lo que nos imponía una matriz diferente, con sus vericuetos técnicos y narrativos.

¿Por qué pasaron ocho años para que la historia “saliera a la luz”?

FERNANDO MATEO (FM).- Ya en 1952, en la entrevista "El cine según Hitchcock", el autor advirtió a Françoise Truffaut que la creciente importancia de los esquemas de periodización propios del documental generan la tendencia a escapar de la intriga, construyendo el relato sobre la base de una situación y no de una historia.

GM.- ¿Y con esa visión cómo se escribe? ¿Cómo escribir para un espectador que no se concentra en seguir una trama? En consecuencia, hay que estar muchos años fuera de la TV hasta que aparezcan concursos que financien este tipo de obras, como los de la TV Digital.

VIRGINIA INNOCENTI (VI).- Por otra parte, actualmente existe la tendencia a “diluir al autor” en las grandes ideas de los productores “de moda”…

GM.- Y así es como muchos productores quieren quedarse con los derechos de venta de los libros, o sea, los formatos. Argentina es uno de los principales exportadores de formatos televisivos. Como autora, jamás cedí mis derechos: me considero dueña de mis libros y no pienso dejarme despojar... Por eso me ha resultado difícil trabajar con productores “de moda”.

VI.- La gente no lee mucho; va al teatro y no se pregunta quién escribió lo que está por ver. Hay que insistir en poner al autor en el lugar que corresponde y saber escucharlo.

¿Cómo lograron adaptar el guión en función de los requerimientos del concurso?

GM.- El esquema original de La defensora estaba pensado para una matriz narrativa de una hora. Para condensar el relato en media hora de duración nos animamos a usar el flashback, de modo que los relatos estuviesen impregnados por el tiempo.

Construir el tiempo fue uno de los desafíos más grandes, pues se trata de un elemento subterráneo (o sea, no manifiesto) en el guión, que requiere laboriosidad, prueba y ensayo. En el lenguaje audiovisual es la elipsis lo que manda: va tensando el relato y genera un estilo propio de cada autor.

Con respecto al lenguaje, el autor crea un estilo dentro del propio guión: generamos el verosímil y la ilusión de que en el programa se habla como está escrito en el guión. El verosímil de la palabra y los hechos que se narran es una invención, una construcción, una “mentira” para llegar a la verdad. El autor construye una realidad, y la ficción se trata de eso: generar una construcción para iluminar las zonas de verdad de las que se quiere dar cuenta.


¿Y qué zonas de verdad ha pretendido iluminar La defensora? ¿Desde qué punto de vista escogieron narrar las historias de vida de los protagonistas de una Defensoría de Menores e Incapaces?

FM.- Cuando comenzamos a trabajar, nos dimos cuenta de que era una temática ingrata: a lo máximo que se puede aspirar en estas historias es a la reducción del daño. Tratamos de inocular algo de humor en el patetismo y la desgracia de estas situaciones tan gravosas, para no caer en contar las historias del diario de ayer, lo cual puede prestarse al amarillismo. Siempre aspiramos a crear historias con verosimilitud y estilización suficiente como para no convertirse en un documental o en un programa de Mauro Viale.

GM.- Hemos hecho series televisivas que rozan temáticas complejas; a veces nos hemos estancado un día entero para “buscar la vuelta” narrativa a algunas escenas. Porque un cambio de adjetivo puede cambiar el sentido de la obra, que lleva nuestra firma. Yo soy muy receptiva a los cambios que proponen los actores, pero los cambios no pueden quedar librados a la espontaneidad, dado que podrían pasar cosas catastróficas desde el sentido…

FM.- Por eso Mark Twain decía que la diferencia entre una palabra precisa y otra imprecisa es semejante a la que existe entre un relámpago y un bichito de luz…

Quisimos comunicar que la institucionalización de la infancia es el último recurso y siempre es mala. La defensora propone la protección de las familias vulnerables a partir de redes de contención social. Y, a través del guión, buscamos el recurso para decirlo.

¿Cómo idearon el personaje de la defensora?

GM.- Nos gustaba la idea de una justiciera capaz de confrontar, enfrentar y llevar adelante sus ideas, pero con cierta fragilidad e inmadurez emocional como modo de compensar su faceta más luchadora. La defensora vive en una contradicción: debe trabajar en la institución y contra la burocratización de la institución. Es el personaje que motoriza todas las demás historias.

Nunca pensamos el personaje en función de una actriz. Esto es peligroso, porque así se crean estereotipos de actores y actrices soñadas, y se los condena a repetir una y otra vez el mismo papel.

Virginia, ¿cómo viviste el desafío de “ponerle el cuerpo” a la protagonista de esta historia?

VI.- La defensora fue la ficción más hermosa que me tocó interpretar en TV. Sentía que estábamos necesitando este tipo de ficciones. Siempre que me proponen interpretar un papel pido el guión, para tener una garantía del resultado artístico y saber al servicio de qué estoy poniendo mi energía, mi creatividad y mi tiempo. Salvo en cine, teatro y algunos unitarios, en los últimos años los productores televisivos no te presentan el guión en su totalidad. Como mucho, te entregan un boceto del personaje y los tres primeros capítulos… Y después vemos cómo “prende la cosa” y lo que la gente quiere…

La palabra me moviliza y me constituye. Las personas somos lenguaje: lo que nos diferencia es la capacidad de metaforizar la realidad, y eso es ficcionar. Al tener que hacer algo verosímil y coherente con apuro de salir al aire se genera un clima de trabajo inhumano; hay que llegar a la otra orilla con la mayor dignidad posible y se reduce el disfrute.

Por el contrario, que sólo tengas que dedicarte a diseñar el personaje y actuar es genial. Dadas las condiciones de producción en las que realizamos el programa, sin el guión hubiera sido imposible conseguir la calidad que tuvo. No encontraba palabras más adecuadas que las allí escritas para reemplazarlas. Es tan bello todo lo que tuve el privilegio de decir que sólo me restó subirme a la nave y transitar las aguas de esta maravillosa producción… El proceso de grabación fue como subirse a una nave espacial: me levantaba a las cinco de la mañana, entraba a las siete y a las diez estaba grabando. Armamos la puesta en escena con la velocidad y la libertad creativa que nos permitió el guión.

¿Cuáles fueron tus fuentes de inspiración para componer al personaje?

VI.- Confieso que tuve miedo de hacer algo muy idealizado: si bien tenía clarísimo que se trataba de una propuesta con un lenguaje muy pensado, en la que ninguna palabra estaba al azar, me preguntaba cómo hacer para que todo eso fuera creíble. Necesitaba contar con imágenes claras de ese verosímil que me tocaba reproducir. Y, desoyendo la recomendación de los autores, me fui a entrevistar a una defensora. Tengo a una amiga psicoanalista que trabaja en un juzgado con casos judicializados; ella puso en mis manos la posibilidad de conocer a un héroe anónimo. También fui a Tribunales y pedí una entrevista con una jueza subrogante, para ver el funcionamiento de la institución y hasta dónde se podía llegar…

Personalmente, me encantaría ser como la defensora. No obstante, la realidad suele superarme: mi estructura psicofísica no está preparada para llevar a cabo este tipo de vida. Lo que sí puedo hacer es “ponerle el cuerpo” a este personaje y ser capaz de invitar a la audiencia a sorprenderse, a aprender y a superarse.

Descargar entrevista completa a Graciela Maglie, Fernando Mateo y Virginia Innocenti- La defensora

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