sábado, 26 de mayo de 2012

Alejandro Malowicki: “El periodismo televisivo desconoce la opinión de las infancias”

El realizador, docente y director del Observatorio APCI (Asociación de Productores de Cine para la Infancia), Alejandro Malowicki, explica por qué los chicos “no son noticia” en la televisión abierta argentina y exhorta a un acercamiento periodístico más sincero a la infancia en su realidad cotidiana.

Por: Carolina Roncarolo

Si bien la infancia representa a más del 35% de la población argentina, sólo el 12,4% de las noticias emitidas en los noticieros de la TV abierta de este país hace referencia a niños, niñas y adolescentes. La cifra surge del monitoreo “La niñez y los noticieros” (2010), realizado por Periodismo Social y el Observatorio de la TV de la Universidad Austral.

“Además de este espacio reducido, otro punto triste para destacar es que la violencia es el tema más tratado (con el 43,2% de las 600 noticias analizadas), y se ubica a más de 20 puntos de distancia de otros temas como salud y educación”, agrega la Dra. Gabriela Fabbro, directora del Observatorio de la TV y coordinadora del proyecto.

Ante ambas hipótesis de invisibilización y exacerbación de la violencia, Alejandro Malowicki asevera que la infancia no es tenida en cuenta como tal porque el periodismo televisivo desconoce lo que piensa y no ahonda en sus experiencias cotidianas. Y, lo que es aún peor, condiciona la opinión de los espectadores con respecto a niños y jóvenes.

De esta manera, en el relato periodístico se desvalorizan las capacidades de los chicos para reflexionar, evaluar y actuar. "Con su inteligencia, su capacidad y su experiencia, ellos pueden trascender y superar circunstancias muy difíciles, transformando su realidad y transformándose a sí mismos", advierte Malowicki.

  • ¿A qué factores atribuiría esta “invisibilidad” de los chicos en el discurso periodístico televisivo?
El periodismo no se preocupa por conocer la opinión de las infancias, o sea, de niños, niñas y adolescentes de hasta 18 años. Los periodistas ignoran la existencia de la infancia y la invisibilizan por dos razones: no profundizan en temas que tienen que ver con su desarrollo y sus cualidades, y, a la vez, no saben  “qué tienen en mente” con respecto a los temas importantes que atraviesan la agenda pública.

En principio, existe la idea de que el adulto sabe lo que a las infancias les interesa. Y, obviamente, esta creencia está cruzada por una ideología que sostiene que la infancia es como un "florero vacío" a la que hay que llenarla de contenidos, ignorando sus propias necesidades y deseos.

Por su parte, la infancia no tiene voz. La voz de las infancias no tiene que estar limitada a los programas infantiles. Por supuesto que también debería figurar allí, si hubiera buenos programas infantiles, no sólo en Canal 7Paka Paka y Encuentro sino en todos los canales de aire.

Me parece que, en general, no hay un acercamiento sincero a la infancia. Sincero no quiere decir “ponerse a la altura de”, sino “acercarse a” los chicos y jóvenes, sabiendo que el preconcepto que podemos tener como adultos sobre un determinado tema debería ser consultado con el propio protagonista, para luego constatar si ese preconcepto es realmente una realidad o si tendríamos que revisarlo.

Si no somos capaces de abordar un tema desde otra perspectiva, nuestros preconceptos se transformarán en prejuicios. Y esto es muy grave, porque lo que estamos viendo en los medios periodísticos con respecto a la infancia son prejuicios.

Si antes de desarrollar una noticia relacionada con la infancia, cualquiera sea su temática, los periodistas se acercaran a preguntar a los protagonistas qué opinan, se encontrarían con sorpresas muy agradables. Encontrarían un mundo que desconocen y que deben conocer para poder ser responsables de sus noticias.

  • ¿Por qué cree que los periodistas tienden a considerar más “noticiable” un hecho violento o delictivo que una olimpíada matemática?
Se ha hablado, se habla y se seguirá hablando sobre la criminalización de las infancias por parte de los medios masivos. Y es verdad, porque cuando uno lee un diario o ve un noticiero evidentemente parecería que la infancia sólo existe cuando hay hechos delictivos. Y, en cambio, no existe cuando se trata de un desarrollo artístico o de otras disciplinas con la misma importancia e intensidad que sí existe cuando hay un delito.

Lo grave no es que solamente visibilicen a la infancia en hechos delictivos, sino que prejuzguen estos hechos como delictivos antes de que lo haga la Justicia. En consecuencia, esa noticia no se publicita con todo lo que debería contener para informar verdaderamente al espectador o al lector. Y esto es lo que yo denomino la criminalización de la infancia.

La prensa amarilla fue popular por los siglos de los siglos; toca cosas que tienen que ver con el ser humano. Absolutamente todos tenemos esa “curiosidad” entre comillas. Pero una cosa es explotar aviesamente esa característica que tenemos los humanos, y otra cosa es reconocerla y no perseguir una tendencia a generar el resultado negativo en los protagonistas de la noticia.

Evidentemente, para algunos medios la infancia todavía sigue siendo una herramienta de uso demagógico. La infancia no es tenida en cuenta como tal porque, repito, no importa su opinión. Y, peor aún, los medios condicionan la opinión de los lectores y espectadores con respecto a la infancia.

Me parece que es fundamental que el periodismo serio no utilice los prejuicios que los humanos tenemos con respecto a la portación de rostros, para evitar encasillar a las personas en estereotipos negativos. Hoy un chico o un joven morocho que salen o entran en una villa ya pueden ser considerados como delincuentes. Y esos mismos chicos y jóvenes podrían estar yendo a  tocar a una orquesta sinfónica juvenil organizada en su escuela.

En conclusión, sostengo que habría que entender que las infancias deben ser comprendidas. Saramago decía “He tratado de no traicionar al chico que fui”, en referencia a no renunciar a los ideales que tenía cuando era niño. Y creo que esto es lo que deberían hacer muchos de los que se están dedicando a escribir sobre la infancia: retrotraerse a las memorias emotivas de sus infancias.


  • ¿Qué otras temáticas propias del mundo de los chicos deberían estar representadas en el discurso televisivo y por qué es importante su presencia?
Françoise Dolto, famosa psicopedagoga francesa, decía algo que no era muy bien aceptado por el mundo de los adultos. Ella postulaba que la única diferencia que existe entre un niño y un adulto es la experiencia. Porque en todo lo demás somos iguales: tenemos capacidad simbólica e imaginativa y la misma conformación neurológica. Ahora bien, si lo único que nos diferencia es la experiencia y no conocemos las vivencias que están llevando adelante las infancias, es poco lo que sabremos sobre ellas.

La infancia tiene un sinnúmero de temas a los que los periodistas deberían dar cabida en los medios.  Me refiero a los temas de la cotidianeidad: cada vez que se trata un tema importante para el país. ¿Cuándo se le preguntó a un niño o niña o a un joven qué piensa de la Asignación Universal por Hijo? Seguramente saben que su papá y su mamá la cobran, y que gracias a esa asignación pudieron volver a la escuela. Los medios no les preguntan, y así continúan invisibilizando a las infancias.

Hay una enorme cantidad de población que es toda la infancia a la cual no se le pregunta qué opina sobre lo que está pasando en el país. ¿Un chico de 14, 15 o 16 años no vive el país como lo vive un adulto? En este país están pasando cosas fundamentales y las consecuencias de lo que está sucediendo hoy se van a ver en muy poquitos años, y estos chicos y jóvenes que hoy tienen 10, 15 o 16 años muy pronto van a ser adultos. Y, reitero, ya tienen opinión formada.

Me pregunto cuántos millones de niños y jóvenes pueblan el país, y qué sabemos los adultos sobre esos millones. Muy poco. ¿Y no es una vergüenza? Eso se lo debería preguntar el periodismo: si no es una vergüenza no saber lo que piensan y sienten los millones de niños que actualmente viven en Argentina.

  • En su película “Las aventuras de Nahuel”, Ud. trata la temática de los chicos abandonados, y en la serie documental “Con una mano en el corazón”, aborda el tema del transplante cardiopediátrico en el Hospital Garrahan. ¿Cómo encarar el relato audiovisual de otras problemáticas vinculadas con chicos y jóvenes?
Ambas temáticas las encaro de la misma manera: primero, me acerco al problema que quiero desarrollar. Y lo hago para tener contacto con todos los protagonistas de esa historia. A partir de ahí, ingreso mis ideas y elaboro el guión.

Desde el vamos, sostengo que en una película o en un programa de televisión para chicos podemos hablar de todos los temas. Pero, antes, tenemos que acercarnos a nuestro espectador y conocer las características de su etapa evolutiva: no es lo mismo dirigirse a un joven de 15 años que a un chico de 10 o de 5 años.

Luego, a la hora de abordar una problemática determinada, lo más importante es ser honestos sobre el modo en que nos acercamos a ella. Después, cuando uno conoce profundamente el tema, le va a poner su impronta personal y subjetiva, obviamente. Pero tiene que estar sostenida con un serio acercamiento, sin prejuicios.

Particularmente, me acerco a un tema para aprender o para conocerlo; así abordo las cuestiones referidas a infancia, ya sea cuando hago películas para chicos o películas para la familia. Pero el acercamiento es absolutamente el mismo: consiste en dar voz a los protagonistas.

En la serie documental hablan los chicos que ya están trasplantados, los que están en espera y los que están en post operatorio, además de los médicos y enfermeros, las mamás, los papás…Pero, ante todo, hablan los chicos que son los que tienen el peso.

Y en la película “Las aventuras de Nahuel” he dialogado muchas veces con chicos que tienen una situación similar a la que tiene Nahuel en mi película: se trata de un niño que está siendo víctima de una condición social desfavorable y es él quien sufre las consecuencias.

En este punto destaco un matiz fundamental: todos los chicos tienen capacidades de reflexionar, de pensar y de evaluar. Si bien se ven las razones por las cuales el personaje padece, también lo vemos desarrollarse y superar esas limitaciones. Y ahí es donde yo intento que se valore a la infancia: con su inteligencia, su capacidad y su experiencia, los chicos pueden trascender y superar circunstancias muy difíciles, transformando su realidad y transformándose a sí mismos.


  • ¿Cómo hacer que el público infantil y juvenil comprenda dichas situaciones sin herir su sensibilidad?
Hay muchas maneras de ignorar que se está hiriendo la sensibilidad de las infancias. Como realizador y guionista de películas y programas de TV para chicos, cuando yo me planteo algo que quiero expresarles creo en los valores esenciales de la Declaración Universal de los Derechos del Niño.  Lo que tengo que cuidar es no transgredir los derechos de los niños, que están perfectamente delimitados en la declaración.

Siempre tengo presente un espectador. Cuando uno está haciendo una producción audiovisual para chicos y tiene un hijo, un nieto o un sobrino como potencial espectador es difícil equivocarse y herir su sensibilidad.

Si muchos de los directores de los noticieros y de la programación general de TV abierta y de cable se preguntaran si los contenidos que incluyen en sus programas son adecuados para sus hijos, nietos o sobrinos, habría muchos programas que no saldrían por televisión, y de eso estoy seguro.

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