Por Gabriela Fabbro.
En
Tucumán, el 20 de enero de 1927, nació
Alejandro Argentino Saúl, quien años más tarde, por un ídolo de su club
preferido, Independiente, pasaría a llamarse Alejandro Romay. Comenzó como locutor
en una radio local, y desde siempre le atrajo el mundo del espectáculo.
Con
ansias de crecer y profesionalizarse, se traslada a Buenos Aires con solo
veinte años, en donde recorrió radios y teatros. Finalmente logra ingresar a
Radio Libertad, y desde allí no descansó hasta comprar teatros, dirigir radios
y llegar a su verdadero mundo, el de la televisión.
En 1963 asumió como
director general de Canal 9, en donde produjo una programación muy popular y
exitosa. Creador de programas inolvidables como Feliz domingo (1970), Grandes
valores del tango (1963), Sábados de la bondad (1968), o el aún vigente
Almorzando con Mirtha Legrand (1968), Romay se caracterizó por pensar en
productos nacionales, todos de factura local, a través de los cuales promovió a
los actores argentinos, siempre agradecidos por este gesto.
En la ficción dejó
su sello: Más allá del horizonte, Amo y señor, La extraña dama y Ricos y
famosos, son telenovelas que aún hoy están en el imaginario del espectador
local. Grandes pasiones, reconstrucciones históricas, apasionados romances y el
maniqueísmo a flor de piel, son marcas de sus producciones.
Verborrágico,
entusiasta, con ánimos de estar presente siempre, el Zar de la televisión, como
más tarde se lo denominó, forjó una etapa de la televisión argentina. Aquella
que reunía a la familia los domingos delante del televisor, la que escuchaba
los tangos junto a los abuelos, o la que jugaba al Yo Sé, mientras los chicos
del colegio secundario de turno acertaban la llave correcta para abrir “el cofre
de la felicidad”.
¿Quién no recuerda el salto de Silvio Soldán al abrirse la
puerta que llevaba al sueño de Bariloche acompañada por su emblemática música?,
o ¿quién no tiene presente las “rosas rococó rosadas” que la diva de los
almuerzos describía cada mediodía, y ¿quién no sentía que estaba “a la moda”
mirando cada sábado “El arte de la elegancia de Jean Cartier”?, así fue la
televisión de Romay, popular, con anhelos de buen gusto, con alegría, con
sentimientos, con copas de sidra y saludos navideños que otros canales tomaron
luego como cita obligada cada fin de año, con todos sus elencos presentes en
cada brindis institucional.
Hace
poco nos dejó Gerardo Sofovich, ahora lo hizo Alejandro Romay, la televisión
argentina de las primeras décadas se va extinguiendo. Hoy las series, los
enlatados, los formatos internacionales inundan la grilla de programación de
los canales argentinos, por momentos se añora volver a esos domingos que supo
crear, desde su intuición y afán de superación, Alejandro Romay, el responsable
del último reinado en nuestra televisión.
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