Por Gabriela Fabbro.
La televisión abierta se ha vuelto referencial. O
mejor dicho, autorreferencial. Ya no es la ventana al mundo que contaba
historias, si no, una ventana que se cierra en sí misma y se mira en el espejo.
Programas que hablan de otros programas, programas que
se basan en archivos de televisión, secciones en programas periodísticos que
cuentan lo mejor y lo peor de la semana en la pantalla, o programas satélites
de los que lideran el rating habitan hoy la grilla de programación de los
canales argentinos.
Esta tendencia de la TV a ser contenido de sí misma se
ha venido desarrollando desde hace varios años, lo que demuestra que la TV
abierta, vista en su propia pantalla o no, sigue siendo un fuerte referente
para la audiencia local.
Sin embargo, esta autorreferencialidad se ha vuelto
además, una herramienta de doble filo. Los programas ya no sólo basan su
contenido en lo que otros producen, sino que, el propio discurso televisivo
aniquila lo que propone.
Nunca mejor título para la nueva ficción de Juan José
Campanella: “Entre caníbales”. En primer lugar porque expresa lo que la
historia en sí cuenta: personajes que no miden sus actos por ambición, poder o
venganza. En segundo lugar, porque los programas se han canibalizado y se
fagocitan unos a otros. Y en tercer lugar, y peor aún, la audiencia se ha
vuelto aquel espectador gastronómico que Umberto Eco describía como aquel que
sólo consume lo fácil de digerir y no realiza esfuerzos ni da licencias a lo
novedoso, creativo o nuevos desafíos.
Estamos en el tiempo del instante, vivimos el minuto a
minuto y ya nadie otorga licencias para que un programa se dé a conocer o
construya su identidad.
Juan José Campanella, apostó a una nueva propuesta
que, por la carrera en la que empezó a circular, ya comenzó perdiendo. Su
estreno, quizás hasta un poco apurado, hizo que no se construyeran
correctamente las expectativas en el público.
Basado en un triángulo amoroso con figuras destacadas
en ficciones de éxito anteriores “Soy tu hombre” (Joaquín Furriel), “Farsantes”
(Benjamín Acuña) o “Por amor a vos” (Natalia Oreiro) el director apostó a un
triunfo garantizado. Sin embargo, el público no acompañó el trayecto.
Con buen rating en sus comienzos, el programa llegó a
un promedio acumulado de 8 puntos en todo el mes de junio. Los productores,
ante este hecho, ya anunciaron la reducción en los capítulos inicialmente
pautados y varios cambios de horario para tratar de reinstalarlo.
Una historia de violencia en un contexto político de
elecciones (tema que el propio director ha confesado interesado en retratar) se
vio superada por la propia realidad llena de violencia en un contexto político
agitado y elecciones a lo largo de casi todo el año. Quizás, por esta razón el timing de lanzamiento del programa no
fue el mejor, y la audiencia no se enganchó con el argumento. La realidad
nuevamente superó a la ficción.
Y como si fuera poco, la adopción del formato diario contribuyó
a la frustración. Las ficciones locales
en tiras diarias tienen un reto enorme hoy en día. La popularidad de las series
internacionales y el boom de las “latas” atentan al éxito de las ficciones
locales en tira diaria que han tenido tanto éxito hace unos años.
El desafío de la producción de “Entre Caníbales” no fue
para nada pequeño, porque no solo debía superar a sus vecinos turcos, sino que
también debía procurar mantener el piso de rating
y calidad que presentó en su primer episodio.
La programación devoró a un nuevo programa. La TV
canibalizó a un nuevo producto que se anticipaba como un éxito asegurado.
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